Esta es la historia que ha elaborado Clara sobre el artículo 27, el del derecho a la educación.
"Había una vez una niña que quería aprender a leer, a estudiar y ser lista, pero su padre no le dejaba porque decía que solo podían estudiar los niños.
- Papá, por favor, déjame ir a la escuela
- No, lo siento hija, solo puede estudiar tu hermano Daniel.
- Pero papá...
- No hija, no insistas
- Pero papá, yo no quiero estar aquí en la cocina como una esclava. Yo quiero aprender y ser lista como tú y como Daniel.
- Débora, tú eres una niña, debes cocinar y hacer las cosas de la casa
Estuvieron un rato discutiendo pero Débora no se salió con la suya.
Todos los días Débora se ponía triste. Un día, su madre le dijo:
- Hija, ¿Qué te pasa que estás tan triste?
- Es que, mamá, yo quiero estudiar y papá no me deja
- Yo tampoco sé nada
- Cuánto daría por ser un hombre...
En ese momento su madre le dijo a Débora:
- Se me ha ocurrido una idea, pero, es un poco desbaratada
- ¿Con esa idea podré aprender?
- Si tu padre no se entera, sí
- Pues, entonces, dímela. Te prometo que nadie se enterará
- A mi se me ha ocurrido que te podrías vestir de chico. Pero si viene tu padre una mañana y no te ve no sé qué te dirá.
- Mamá, tú puedes inventarte algo
Al día siguiente, Débora cogió ropa de su hermano y se la puso, aunque no se veía, y le dijo a su madre:
- Mamá, creo que la ropa de Daniel no me queda bien
- Que sí hija, ahora solo te queda ponerte un gorro con el pelo atado.
- Pero, mamá, ¿y si en la escuela me hacen quitarme el gorro?
- No te preocupes, hija, no te lo dirán nada.
- ¿Y si mi hermano se da cuenta de que es su ropa?
- No te preocupes hija, no hagas tantas preguntas
Débora se fue a la escuela y cuando llegó allí...
- Aquí tenéis a vuestro nuevo compañero, se llama Javier
- Hola a todos
- Javier, tienes la misma ropa que yo
- ¡Qué bien!
- Mañana me la pongo y te la pones tú, ¿vale?
- Seguro que no puedo, porque me voy a manchar
- Bueno, pues cuando te la pongas me dices, ¿vale?
- Vale
- Oye, ¿y dónde vives?
- No vivo en este pueblo
- Entonces, ¿dónde?
- En un pueblo de aquí cerca
- Ah vale. Si quieres puedes venir un día a mi casa
- No voy a poder
- ¿Por qué?
- Mi madre no me va a dejar
- ¿Y eso?
- No me deja ir a casa de nadie
- ¿Y puedo ir yo a la tuya?
- No, mi madre no me deja
- ¿No te deja salir de casa?
- No
Al día siguiente se volvieron a ver y se hicieron muy buenos amigos
- Javier, esa ropa también la tengo yo
- ¡Qué casualidad!
Al tercer día sucedió lo mismo y Daniel empezó a sospechar.
Un día, en clase, le preguntaron:
- Javier, ¿por qué no te quitas la gorra?
- Es que me gusta llevarla
Un día fueron a casa Daniel y su padre y no vieron a Débora. Entonces, las cosas se complicaron. Su padre le preguntó a su madre:
- Oye, Cristina, ¿dónde está Débora?
- Creo que en la habitación. O en el baño, no sé
Daniel, al ver que Débora no estaba en casa, se lo dijo a su padre y éste le preguntó a su mujer.
- Cristina, Débora no está en casa
- Pues entonces estará con las amigas, no sé
Débora se lo tenía que contar a alguien en secreto, así que se decidió a hablar con su hermano:
- Dani, yo soy Javier, el chico nuevo del colegio, pero no se lo digas a papá, por favor. Yo solo quiero aprender y ser lista
- Está bien, no se lo diré, te prometo.
- Gracias Dani
Débora y Daniel se hicieron gente muy honrada y bondadosa. Débora fue la primer mujer que era lista, no como las demás, que estaban en casa haciendo las tareas.
Un día, una mujer le dijo a Débora:
- Débora, tu eres una mujer sabia, ¿cómo lo conseguiste?
Débora le contó la historia y aquella mujer le preguntó nuevamente:
- ¿Tú me podrías enseñar a mí?
- Claro, ¿por qué no?
- Gracias Débora
Débora enseñó a aquella mujer todo lo que sabía, y a muchas más, haciéndose muy famosa. Cuando murió, le hicieron una estatua al ser la primera mujer que estudió."
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